Camino de Santiago – Etapa 7

Bercianos del Real Camino – Hospital de Órbigo

Después de la paliza de ayer por culpa del viento nos levantamos mirando al cielo, hace aire, pero no tanto como ayer. Desayunamos en al propio albergue y, tras preparar las bicis, salimos en ruta.

Hoy ha amanecido un día con mucho frío que, con el aire, hace que la sensación térmica sea muy baja. De hecho, al poco de salir nos encontramos con un chico de Navarra que iba en bici y se tuvo que parar porque estaba helado de frío. La verdad es que iba demasiado ligero de ropa, así que tuvo que tirar de ropa de abrigo para poder seguir.
La ruta de momento discurre por buenas pistas y algún tramo de carretera comarcal sin apenas tráfico. Además es bastante llano, lo que hace que podamos avanzar con mayor facilidad que los días previos. Pasando por Burgo Ranero nos encontramos con Ander y el chico italiano. Nos paramos un rato a saludarles y desearles buen camino y retomamos la ruta.

Seguimos hasta Reliegos donde paramos en un bar a la entrada a por el segundo desayuno y, para no perder la costumbre, nos pillamos unos pinchos de tortilla. Atravesamos el pueblo y pasamos por la puerta de un bar/pub llamado «el Elvis», en el que el italiano nos contó el día anterior se hacían fiestas míticas y místicas, historias del Camino…
Seguimos la ruta hacia León pasando por Villarente, en cuyo término atravesamos el río Porma por una pasarela paralela a la carretera.

Ya desde allí continuamos el camino hasta León. La entrada se hace desde un pequeño cerro que nos permite ver toda la ciudad desde lo alto. En las primeras calles, nos reciben los de Protección Civil que están dando información sobre la ciudad y de paso nos dan una piruletas, muy majetes ellos.

Ya en León, nos hacemos las típicas fotos junto a la catedral y vamos hacia el barrio húmedo para comer algo. Primero nos tomamos un aperitivo y luego paramos en una terraza a comer. Esta vez la comida no es para tanto y el precio tampoco, no siempre se puede acertar. Después de comer retomamos la marcha y nos encontramos con la pareja de franceses. Les saludamos y nos despedimos de ellos, pues ya se quedan en León y no coincidiremos más con ellos. Nos deseamos lo mejor mutuamente y nos dirigimos a la salida de León. Llegamos al Parador y no podemos resistir la tentación de entrar a sellar allí. Al entrar, vemos como la recepcionista esboza una pequeña sonrisa al vernos, no me extraña, llevamos unas pintas curiosas «disfrazados» de ciclistas de los 80 con el maillot del Reynolds.

Tras unas risas, retomamos la ruta y, para variar, los primeros kilómetros después de comer son cuesta arriba. A partir de ahí, este tramo se hace muy pesado y monótono pues discurre por enormes rectas en medio de la nada con la única vista de campos de girasoles. Al menos en bici los kilómetros avanzan rápido, me imagino lo pesado que debe ser andando. Llegamos a Santa Marina del Rey y paramos a tomar unas coca colas. Allí nos encontramos una pareja de alemanes, ya mayores rondando los 70 años que iban en bici. Nos cuentan que vienen desde Frankfurt y, que su intención, es llegar a Santiago para desde allí bajar a Oporto a casa de unos amigos y ya desde allí volver en coche a Alemania. Unos máquinas los 2 con sus bicis llenas de alforjas, tanto delante como detrás.

Una vez refrescados y recobradas las fuerzas, retomamos la ruta hasta nuestro destino final, Hospital de Orbigo. La entrada es espectacular, a través del Puente del Paso Honroso, un espectacular puente de 20 luces en arco. Tras dar una vuelta por el pueblo, Javi nos convence de pernoctar en el Albergue Parroquial. Allí nos recibe la hospitalera, una mujer húngara enorme. Las instalaciones muy sobrias, pero lo suficiente para dormir, que es lo único que vamos a hacer allí.

Javi y Miguel Ángel aprovechan a ir a misa mientras Jaime y yo nos tomamos un helado mientras buscamos un sitio para cenar. Esta vez, cenamos «ligeros», unas enormes ensaladas, hamburguesas tamaño XXL y una ración de huevos rotos como para una semana, siempre nos pasa igual, acabamos comiendo como lobos, jejeje. Poco después nos dirigimos al albergue y ya nos acostamos esperando otro día de ruta.