Camino de Santiago 2023 – Etapa 10

Triacastela – Gonzar

Hoy tenemos una etapa tranquila, más corta que las anteriores, pues como dijimos, nos habíamos dejado para el final las etapas más cortas. Antes de salir nos tomamos unos cafés con unas tostadas con tomate y zumos de naranja en el restaurante donde cenamos ayer. Tras retomar fuerzas, partimos y nada más salir, tomamos el camino que transcurre por San Xil, pues el año pasado ya pasamos por el monasterio de Samos y queremos conocer esta alternativa. La verdad es que bastante más bonita, pero con bastantes rampones que nos hace incluso tener que poner un pie en tierra en alguna ocasión.

Pasamos por un camino entre bosques muy bonito y llegamos a la Fonte de «Os Lameiros», donde paramos a hacernos unas fotos. A partir de ahí, el camino se convierte en un continuo sube y baja alternando tramos por carreteras comarcales con zonas de senderos. Así seguimos hasta llegar a Sarria, donde paramos a hacer el segundo desayuno. Justo en ese momento, nos encontramos con el pamplonica que encontramos helado de frío a las salida de Bercianos del Real Camino y desayunamos juntos. Departimos alegremente y nos despedimos para continuar el camino. La salida de Sarria siempre es dura, pues hay que subir a lo más alto del pueblo hasta llegar a su Albergue Monasterio de la Magdalena. Aprovechamos para entrar sellar y comprar unas pulseras de recuerdo.
Desde aquí, el camino continua atravesando las vías del tres y pasando por la «cuesta de los caballos», que la llamamos así porque el año pasado coincidimos con un grupo de caballos en la subida.

Un poco más adelante, paramos a tomar algo y nos encontramos con la pareja de Huelva. Hablamos un buen rato con ellos y nos cuentan su motivación para el camino y compartimos aventuras de lo recorrido. La verdad es que han tenido valor de hacer el camino sin preparación ni experiencia con la bicicleta y lo está consiguiendo, olé por ellos. Seguimos las ruta camino a Portomarín y, visto lo mal que lo pasamos el año pasado para poder comer allí, más de 3 horas para un simple plato combinado y atestado de gente, decidimos parar en un restaurante que vemos en la pequeña aldea de A Parrocha, el mesón O Descanso. Resulta ser un acierto pues, para variar, comemos unas hamburguesas y una chuleta que estaban de muerte. Una vez aquí, sólo queda el tramo final hasta Gonzar, el sitio en el que vamos a dormir, pues Javi conoce un restaurante muy bueno y queremos cenar allí.

Nos queda un tramos de bajada hasta Portomarín para, una vez pasado el pueblo, coger un largo repecho. Al llegar a Portomarín, decidimos no entrar en el pueblo y, nada más pasar el puente sobre el Río Miño, continuar por la carretera. Nada más salir, nos hacemos un lío con las indicaciones y nos cuesta un rato decidir por conde tirar. Tomada la decisión, seguimos el camino ascendente pegados a la carretera, con Jaime y Javi por delante, cuando tengo un pinchazo. Intento hinchar la rueda con una bombona de CO2 a ver si me da para llegar a Gonzar, pero no hay manera, así que les aviso para que me acerquen la bomba eléctrica que lleva Jaime y así poder cambiar la cámara. Una vez reparado el pinchazo, seguimos unos pocos kilómetros y llegamos al albergue, que resulta tener también piscina.

Javi llama para ir cenar al restaurante que conocía, pero resulta que cierra a las 7 de la tarde, prontísimo, así al final, tras un rato de reposo en el Miguel se llega a bañar en la piscina, el resto somos más frioleros, nos quedamos a cenar en el propio albergue. Tras la cena nos tomamos algo en la terraza y, una vez recogida la ropa que estaba tendida, nos vamos a descansar a la habitación del albergue.

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