Camino de Santiago

Camino de Santiago 2023. Etapa 1

Roncesvalles – Puente la Reina

Y por fín llegó el día. Aunque ya desde muy temprano empezó el movimiento en el albergue, es a las 7:00 cuando encienden las luces y ponen música gregoriana en el albergue de Roncesvalles para animar a la gente a que se vaya preparando para la partida. Nosotros, nos lo tomamos con calma, conscientes de que el ritmo en bici es distinto al de los caminantes. Una vez preparadas las bicicletas con las alforjas, nos disponemos a empezar la jornada y, como se convertirá en algo habitual, esperando a que Jaime esté listo 😉

Tras la lluvia nocturna, amanece un día con algo de neblina y con fresquito. Yo, para seguir la tradición, me pongo mis famosas «capitas» para no pasar frío y Javi hace lo mismo. Jaime (aunque al rato se arrepiente) dice que no es para tanto y decide salir en manga corta. Decidimos salir en ayunas y parar más adelante a desayunar en algún bar de paso.

Los primeros metros son una pasada entre árboles con la niebla alrededor y en contínua bajada, lo cual se agradece para empezar tranquilos, pero no ayuda a combatir el frío amanecer. Enseguida llegamos al pueblo de Burguete y paramos a desayunar. Apenas hemos recorrido unos kilómetros y estamos eufóricos por estar por fín en marcha. Nos tomamos unos cafes con algún bollo y pincho de tortilla aún no conscientes de los que nos espera unos minutos después.

Proseguimos la marcha disfrutando de los hermosos paisajes que nos deja la ruta y después de los kilómetros recorridos de continua bajada empiezan los primeros tramos de subida. En ese momento, es cuando sale a relucir la dificultad de hacer subidas con el peso de las alforjas en las ruedas traseras y, unos metros más adelante llega el gran susto de todo el camino…

Completando un sendero de subida, de repente oímos un grito de Jaime y al girarnos le vemos en el suelo retorcido de dolor. Con el susto en el cuerpo, tiro la bici a un lado y bajo corriendo unos pasos hasta él para ver que le la había pasado «¡¡el hombro, métemelo, corre!!» grita Jaime con evidentes síntomas de dolor. Yo, que no he hecho nada igual en mi vida le cojo el hombro y el brazo y le pregunto qué hacer «¡¡Empuja, empuja el hombro!!«. Con más miedo que oficio, me limito a empujar con todas mis fuerzas hasta que se oye un «¡¡Crack!!«, y Jaime suspira y empieza a mover el brazo en círculos comprobando que todo está bien y dice «pues ya está, venga vámonos, que si me paro es peor…» Tanto Javi como yo nos miramos con cara de «¿qué ha pasado aquí?, este chico está loco…«, e incluso algunos peregrinos que van andando no parar de preguntar a Jaime si está bien y, ante la afirmación de Jaime y ver que seguimos en ruta, nos despiden con cara de alucinados.

Pasado el susto, continuamos con la ruta, al principio con mucho cuidado para cuidar el hombro de Jaime y luego con normalidad. Es entonces cuando empieza lo más duro de la ruta, el trayecto entre el alto de Mezquiritz y el alto de Erro. El terreno se convierte en una suerte de trampas con subidas empinadas de terreno muy resbaladizo de piedras sueltas y bajadas aún peores de piedras punzantes y peligrosos surcos. Esto nos hace avanzar muy despacio y, en muchos tramos, empujando la bici ante la imposibilidad de ir pedaleando. Javi sufre una pequeña caída y se hace un corte en la rodilla. Aprovechamos una parada en el alto del Erro para limpiar un poco la herida y descansar antes de empezar la bajada.

A partir de aquí, el terreno es mucho más favorable y discurre sin novedad hasta llegar a Pamplona. La entrada a Pamplona nos sorprende con su imponente Ciudadela. Nos hacemos una foto en la puerta levadiza de la entrada. En ese momento comienzan las preguntas y comentarios que nos acompañarán de forma contínua hasta pasado Burgos, «Coño, !los Reynolds!«, «¿Qué soys, de Irutzun?«, «Pues mi padre / tío / … trabajó en la fábrica de Reynolds«, …

Tras recorrer las calles de Pamplona, paramos a comer en una terraza. Para seguir con los símiles ciclista, resulta que el bar se llama «la vuelta» y, ese mismo día era la vuelta cliclista a Pamplona que tenía los hoteles de los ciclistas justo en frente. Cogimos varios platos a compartir (todo muy bueno) y, al acabar de comer, decidimos tumbarnos un rato al frescor del cesped del parque de enfrente. Allí, nos echamos unas risas y tras media hora de descanso, retomamos la ruta.

Salimos de Pamplona por un camino de girasoles y nos vamos acercando poco a poco al punto más alto y duro del día, la subida al alto del Perdón. Javi nos advierte de su dureza, que se confirma al enfilar las primeras rampas. En la subida, Javi toma la delantera (el resto de días será la tónica habitual en las duras subidas, demostrando que el tío está en forma), yendo yo unos cuantos metros por detrás, con Jaime siguiéndome con cuidado tras el susto del hombro. Intento hacer todo el camino pedaleando, pero llega un momento en el que mi cuerpo dice basta y me dan unos calambres horribles en las piernas, que me obligan a bajar de la bici y tirarme al suelo esperando que pasen. Al rato me pilla Jaime y decidimos hacer el resto de la subida con tranquilidad y, casi todo lo que nos queda, andando y empujando la bici.

Al llegar a la cima nos reciben unas espectaculares vistas a ambos lados de la cumbre. Como anécdota, nos encontramos a una pareja en moto qué, dando la vuelta acaban con la moto en el suelo y nos toca ayudarles a levantar la moto. Estando arriba, llegan un hombre y una chica joven, alemanes ambos. Jaime le pregunta al hombre si es su hija y el hombre responde «no, chica que habla«, por lo que entendemos que se han juntado para acabar la ruta juntos. Nos pregunta cuánto queda para llegar al siguiente pueblo y les decimos que andando, un buen tramo. Cómo les veo que van sin agua, les relleno la botella con el agua que me queda, pues a nosotros sólo nos queda un tramo de bajada en bici que no requiere de ningún esfuerzo.

Por indicación de Javi, experimentado peregrino, hacemos la bajada por carretera hasta Puente la Reina, donde hemos reservado un albergue por teléfono. Al llegar, vemos que está a las afueras, una pequeña desilusión, pero que al día siguiente descubrimos que ha sido todo un acierto (resulta que son las fiestas del pueblo y los albergues del centro están llenos de jóvenes de fiesta, una vez más nos acompaña la suerte).

Nos duchamos y ponemos la lavadora con la ropa y vamos a ver que hay para cenar. Al final, cenamos unos montaditos, pues no hay nada mejor. Tras cenar, decidimos dar un pequeño paseo y nos topamos a apenas unos 500m del hostal un asador-cervecería con música y buen ambiente, así que decidimos sentarnos a tomar algo. Al final, aprovechando que la comida tiene buena pinta, acabamos haciendo una segunda cena con un par de raciones y una botella de sidra.

Ya con el estómago lleno y después de tomar algo comentando las aventuras del primer día, nos vamos a la cama para recuperar fuerzas para el siguiente día, intentando no hacer mucho ruido para no despertar a las otras 2 personas con las que compartimos habitación.

Distancia total: 68250 m
Elevación máxima: 950 m
Elevación mínima: 397 m
Ascenso total: 1328 m
Tiempo total: 11:39:00

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