Camino de Santiago 2023 – Etapa 8

Hospital de Órbigo – Cacabelos

Nos levantamos como todos los días de los últimos del albergue y nos preparamos colocando las alforjas en las bicis. Buscamos algún sitio para desayunar pero no encontramos nada abierto, así que decidimos salir y parar en el siguiente pueblo. Sin embargo, recorremos un par de pueblos y seguimos sin encontrar nada abierto, así que este primer tramos del día nos toca hacerlo en ayunas. El camino discurre por una zona tranquila con una ligera tendencia ascendente que culmina en el Crucero de Santo Toribio, lugar con unas vistas privilegiadas de Astorga desde las alturas.

Tras parar a disfrutar de las vistas y hacer un par de fotos, continuamos hasta Astorga, esta vez todo de bajada haciendo que lleguemos rápidamente hasta Astorga. La entrada la hacemos cruzando las vías del tren por unas pasarelas con bastante altura y, tras un tramo ascendente, llegamos a la ciudad de Astorga. Allí, descubrimos varios murales impresionantes en algunas fachadas y acabamos llegando al Palacio Episcopal diseñado por Gaudí, situado junto a su impresionante catedral románica del siglo XI. Aprovechamos para hacer una parada en una terraza para desayunar y coger fuerzas, unas tostadas con jamón y tomate que nos saben a gloria.

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Tras el desayuno, sellamos la credencial en la catedral y seguimos la ruta. El primer tramo es suave hasta que pasamos Murias de Rechivaldo. A partir de aquí, comienza la subida que nos ha de llevar a la Cruz de Ferro. Es una subida constante con bonitas vistas en cuyo recorrido atravesamos pueblos como Brazuelo, con el curios mesón CowBoy, y Santa Catalina de Somoza, en donde paramos a tomar una coca cola antes de afrontar la parte más dura de la subida.

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Tras una dura subida, la verdad es que se hizo larguita pero llevadera, llegamos a la Cruz de Ferro. Este es un punto mítico del Camino, pues es el punto más alto que se atraviesa durante todo el recorrido. Allí nos encontramos con una chica hondureña residente en Nueva York con la que hablamos un rato y nos hicimos una fotos.

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A partir de aquí, comienza una impresionante bajada por carretera, aunque con una subida intermedia a la Peña de la Escurpia que nos pilló de sorpresa, ideal para disfrutar en bici. Especialmente Miguel Ángel, que su flamante bici de Gravel bajó como un avión. Sin duda, de los mejores tramos para disfrutar en la bici por la gozada de las vistas y lo larga de la bajada en la que podías pasar los 60 km/h en cuanto te descuidabas un poco. No la hicimos a tope, excepto Miguel Ángel, porque el hecho de llevar las alforjas en los laterales no daba mucha confianza en las curvas, pero la disfrutamos un montón.

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Al final de la bajada, llegamos a un auténtico paraíso. El pueblo de Molinaseca nos recibe con unas espectaculares piscinas naturales junto a su puente romano. Descubrimos justo al lado del río una terraza de un restaurante y allí que nos vamos directos, hoy no hay duda de dónde comer. Allí, nos comimos un menú de escándalo, con su correspondiente helado y chupito y nos fuimos al césped junto al río, ¡qué maravilla! Aprovechamos también para mojarnos las piernas en el río y, tras unas 3 horas de comida y relajación, decidimos seguir el camino, aunque con muchas dudas de quedarnos a dormir allí.

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Decidimos que hoy llegaremos hasta Cacabelos, y viendo que llegaremos tarde, llamamos a un hostal para reservar habitación y poder descansar sin prisas ni horarios. Atravesamos Ponferrada y, por sus calles junto a su castillo templario, nos acordamos con cariño y añoranza de los compañeros del camino del año anterior que empezamos justo allí y esta vez no nos acompañan. La verdad es que ese fue mi primer camino y el que me metió en cuerpo ese gusanillo de los peregrinos que te hace repetir año tras año.

Finalmente llegamos a Cacabelos y nos comentan en el hostal que justo hoy se celebra su desfile de antorchas que culmina una representación de las históricas leyendas de Astures y Romanos.
Aprovechamos para ir a cenar y, por suerte para Javi, acabamos en un sitio que tenían todo tipo de pizzas y hamburguesas sin gluten, así que aprovechamos a pedir de todo un poco para compartir.

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Como el desfile pasa justo por nuestro hostal, subimos un momento para verlo pasar mejor y luego decidimos seguirlo hasta el río para ver la representación, excepto Miguel Ángel, que dice estar cansado y se queda en la habitación. Ya en el río, disfrutamos del espectáculo hasta cerca de las 12 de la noche, hora en la que volvemos al hostal a descansar para el día siguiente, que nos tocará la dura subida al Cebreiro.